En 2018 se produjeron numerosas crisis políticas, humanitarias y medioambientales. Estallaron o se prolongaron guerras y conflictos, y tormentas, inundaciones e incendios devastaron muchas comunidades. Según las últimas cifras, comunicadas en septiembre, volvió a aumentar el número de las personas aquejadas por el hambre debido a los efectos de los conflictos y las perturbaciones climáticas.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó en mayo una resolución histórica que reconoce explícitamente la relación entre los conflictos y el hambre y refleja así el consenso que va creciendo rápidamente a nivel mundial sobre la necesidad de romper el ciclo que impulsa el aumento del hambre. Es un consenso que va más allá de la simple retórica, ya que las contribuciones aportadas al PMA por los Estados Miembros y los donantes privados alcanzaron un nivel sin precedentes.
En 2018, mientras trabajaba para hacer frente a las emergencias y ayudar a las personas atrapadas en conflictos, el PMA se centró aún más en el largo plazo. Así pues, está sentando las bases para un desarrollo sostenible que haga del mundo un lugar más estable y más pacífico. En todos los lugares en los que lleva a cabo operaciones, elabora planes estratégicos para los países en los que se definen los resultados que han de alcanzarse para lograr un verdadero desarrollo.
Y en 2018 emprendió un examen de conciencia y un debate global sobre su cultura y sus valores, impulsado por el firme deseo de llegar a ser un lugar de trabajo ideal para cada uno de los 17.000 miembros de su personal.
David Beasley
Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos